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  • Aunque la emigraci n de mexicanos hacia

    2018-11-09

    Aunque la emigración de mexicanos hacia aquel país es un fenómeno muy antiguo, el incremento acelerado que se ha experimentado en las últimas tres décadas no tiene punto de comparación con los antecedentes históricos del flujo migratorio entre ambos países. Como puede apreciarse en la gráfica 3, hubo un incremento sostenido en la emigración mexicana hacia los Estados Unidos entre 1850 y 1930, período que va de la delimitación de la frontera actual, después del Tratado de Guadalupe Hidalgo en 1848, que legalizó la pérdida de California y Nuevo México y de la venta de la Mesilla en 1853, hasta el final del conflicto religioso en México. Salta fccp la vista que la migración se intensificó de manera evidente en los años de la Revolución Mexicana y la Guerra Cristera (1910-1930). Posteriormente, se presenta un descenso en el número de mexicanos en Estados Unidos entre 1930 y 1950, período que coincide con el inicio de la industrialización sustitutiva de importaciones en México, que incluye los años de la Segunda Guerra Mundial, cuando el Programa Bracero implicó la emigración temporal legal de 220 mil trabajadores rurales entre 1942 y 1947. La segunda mitad del siglo xx se inició con un repunte de la emigración. En las siguientes dos décadas (entre 1950 y 1970) se presentó un nuevo incremento en el número de mexicanos en el vecino país, producto en parte del importante crecimiento demográfico que comienza a registrarse en esos años y que se acelera en la década de 1970, como reflejo de la inestabilidad económica de esa década. Sin embargo, es evidente que la emigración mexicana a Estados Unidos se dispara a partir del inicio de la crisis de los años ochenta del siglo pasado y se mantiene durante todo el período del llamado cambio estructural, hasta el presente. Hasta ese momento el flujo migratorio, aunque constante, no había registrado un crecimiento espectacular a pesar de la asimetría en los grados de desarrollo entre ambos países, algo que evidentemente desafía las teorías comúnmente aceptadas sobre migración y la sobre simplificada explicación de los diferenciales salariales (Arango, 2004). La emigración neta anual, que durante la década de 1960 no rebasaba los 30 mil migrantes por año, se elevó gradualmente hasta alcanzar una pérdida neta anual de más de 400 mil personas en el primer lustro del siglo (Tuirán y Ávila, 2012). A pesar del “blindaje” de la frontera, hay evidencia de que este flujo se intensificó aún más en la segunda mitad de la primera década del siglo, como resultado del deterioro de la seguridad pública, que se sumó a Housekeeping (constitutive) genes la falta de oportunidades laborales como otro poderoso incentivo para emigrar. El constante incremento de la emigración de México –de alrededor de 5 millones en 1990 a 12 millones en 2010 (United Nations Department of Economic and Social Affairs ()–, puede ser considerado como uno de los resultados más dramáticos de las políticas de ajuste y del nuevo modelo económico, de la falta de oportunidades de empleo y del deterioro en las condiciones de vida en México; y, en contraparte, la existencia de mejores oportunidades de vida –incluyendo empleos– en Estados Unidos. Para Ros (2013) una de las causas principales para la existencia de un flujo migratorio entre México y Estados Unidos consiste en la subocupación de trabajadores tanto calificados como no calificados y considera que dicho flujo conlleva consecuencias negativas para el desarrollo económico de México. Por supuesto, un factor adicional y que no es posible subestimar tiene que ver con los efectos de las redes sociales y la construcción de una infraestructura social que se va desarrollando con el incremento de migrantes adicionales, de tal modo que la ayuda de los migrantes pioneros es decisiva para la migración de los migrantes subsecuentes (Massey, 1987). De tal manera que cuando las condiciones socioeconómicas se recrudecen en el origen, la existencia de cadenas migratorias establecidas facilita el movimiento de personas y conduce a un efecto del tipo de causación circular acumulativa acuñado por Myrdal.